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Tras la eterna espera desde la edición anterior, llegaba por fin a Kobetamendi la decimosexta edición del Bilbao BBK Live, en lo que se ha convertido ya una tradición de culto para todas y todos nosotros.
A pesar de todos los eventos previos que Last Tour ha organizado este año, con Herrian Lekeitio el tres de junio como primera parada de una senda que poco a poco nos iba a dirigir hasta nuestra meta, Herrian Mungia una semana después y finalizando con Hirian Basurto , los 365 días que han transcurrido desde el quince aniversario del Bilbao BBK Live se nos han hecho bastante larguitos. Sin embargo la paciencia que hemos tenido ha merecido la pena y por fin, tras un buen calentamiento de motores, estábamos dando el pistoletazo de salida a una edición que prometía. Y mucho.
Y es que además, en esta edición número 16, no solo íbamos a tener cositas en Kobetamendi: paralelamente Bereziak iba a estar desarrollándose de forma abierta y gratuita por toda la ciudad, con conciertos de la talla de Los Fresones Rebeldes, Hidrogenesse, 31FAM o Ángel Stanich en los cuatro escenarios que teníamos operativos por el Arenal, Jardines de Albia, Torres Isozaki o Sala BBK. De esta manera, como complemento al fiestón de tres días en lo más alto de la capital bizkaina, desde las 12:30h de la mañana disponíamos también de esta opción para aquellas y aquellos a los que las energías nunca les flojean.
Unos shows realmente interesantes en los que bandas como las mencionadas Los Fresones Rebeldes o Hidrogenesse animaron el cotarro en pleno centro de Bilbao con muy buenas actuaciones: el sonido en la zona del Arenal estuvo a la altura de lo esperado y la asistencia más que suficiente, con un público a rebosar y dispuesto a darlo todo incluso en este ‘calentamiento’.
Con un operativo súper bien organizado –no porque otros años haya sido malo, sino que este ha sido especialmente sobresaliente–, recogíamos las pulseras en el área de taquillas del estadio de San Mamés y nos dirigíamos al recinto principal a echar un vistazo a las innumerables zonas del festival, que a nuestros ojos crece más y más cada año que pasa: las zonas de Basoa y Lasai, unidas a los escenarios Nagusia, San Miguel, Beefeater, Txiki y Firestone, convierten a este festi en un show de dimensiones mastodónticas.
DÍA 1 – JUEVES 6
El jueves a las cinco en punto Basoa sería el espacio encargado de abrir el Bilbao BBK Live de 2023 con Sama Yax. Media hora después, el Firestone y Beefeater tendrían a Faxu y Txopet respectivamente sobre sus tablas y, de este modo, poco a poco todos los escenarios irían llenándose de música y espectáculo hasta llegar a las horas álgidas de la primera tarde/noche de festival. Colectivo da Silva fueron en este sentido los que pusieron el punto cómico con sus reflexiones sobre la vida milenial en el Txiki, uno de los stages más acogedores del evento.
Con Amaia en el Nagusia a las 20:10h no sin antes haber disfrutado un rato en ese mismo escenario de Eee Gee –Emma Grankvist– que presentaba su trabajo “She-Rex”, comenzábamos a entrar en materia. La navarra, con su naturalidad y cercanía se mete en el bolsillo a la gente en un abrir y cerrar de ojos. Sencillo pero agradable, con unos fans súper volcados con la cantante que se lució sobre el principal. Mientras tanto –ya que se solapaban ambos shows a las 20:10h–, los londinenses Dry Cleaning, en su primera visita al festi sorprendían en el Txiki con un sonido muy potente y los interminables riffs de su guitarrista Tom Dowse.
Y llegaban los platos fuertes de la jornada a una hora en la que ni siquiera había anochecido: a las nueve y veinte M83 se subían al escenario San Miguel en lo que se iba a convertir en un concierto épico. Siendo probablemente una de las bandas más esperadas de la edición de 2023, los franceses empezaban suavecito para ir de menos a más. Las gotas de lluvia se unían al espectáculo hasta llegar a una mágica “Midnight City” en la que el recinto entero bailaba al ritmo de esta canción que se ha convertido en todo un himno de los galos. Increíbles.
Foto: Sergio Albert
Mientras M83 hacían las delicias de gran parte de los asistentes, otros tantos se habían acercado al escenario Beefeater hasta el show de Villano Antillano, en otro de los solapes ‘feos’ de esta edición, ya que nos hubiese gustado poder disfrutar de ambos shows al completo. Algo más tarde, a las 22:40h, aterrizaba en el Nagusi todo un clásico del BBK: Florence + The Machine. No es ni la primera ni seguramente la última vez que Florence para los amigos pise el festi. Y siempre lo hace de una manera sobresaliente: una voz perfecta y a nivel instrumental tampoco se puede pedir más. Nos gustó mucho y una vez tras otra sigue manteniendo esa esencia y saber estar sobre el stage. Se nos hizo corto.
Foto: Sergio Albert
Haciendo tiempo para el plato fuerte de la noche, Chemical Brothers, quisimos investigar un poquito y nos pasamos por Playback Maracas que nos hicieron muchísima gracia con su saxofón de juguete y el énfasis que ponían a cada uno de sus temas con la batería y el bajo. Habría que tenerles en cuenta para futuras ediciones sin dudarlo ni un solo instante. Fever Ray se solapaban con estos tres chicos en el San Miguel, así que nos pasamos a echar un vistazo y lo que vimos nos gustó. Entregados y con buen sonido, correctos para esas horas de la noche.
Y llegaba lo ‘gordo’ de la primera jornada: Chemical Brothers. La gente se preparaba para la fiesta máxima del día. Con un horario solo apto para valientes, el dúo británico abrió fuerte desde el minuto uno de actuación con un recinto a rebosar: no cabía ni un solo alfiler desde el Nagusi hasta la campa en la que los más cansados decidieron ver a los Chemical desde la comodidad de estar sentados en una ladera. Luces, efectos visuales de todo tipo, exitazos de la talla de “Hey Boy, Hey Girl” –tema con el cual la masa enfureció e hizo saltar al recinto al completo por los aires–, breakbeats, samples… Todo lo que nos podamos imaginar concentradito en un solo lugar, en un solo escenario. Una fantasía para todos nuestros sentidos que no vivíamos en Bilbao desde su última visita a la zona en 2016 en el BIME. Una auténtica gozada y un concierto de diez con el que comenzábamos nuestra retirada para reponer fuerzas para el viernes.
Foto: Sergio Albert
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